miércoles, 3 de marzo de 2010

Giselita


Gisela Sánchez Verdecia tiene manos de maga, por lo menos eso dicen muchas mujeres que se arreglaban el pelo con ella. Pero, cuando la conocí había tenido que cerrar la peluquería que instaló en su vivienda porque, en los días posteriores a la detención de su esposo, la amplia clientela que atendía, había desaparecido como por un conjuro.

Más adelante se enteró cómo varias personas, pertenecientes al partido comunista, los CDR y la Federación de Mujeres Cubanas, fueron designadas por la Seguridad del Estado para explicarle a las clientas más asiduas cuan ignominioso sería seguir engordando el bolsillo de mercenarios al servicio del imperialismo.
Y es que Giselita, como la llamamos, está casada con Antonio Díaz Sánchez, coordinador del Movimiento Cristiano Liberación y uno de los protagonistas de la entrega en la Asamblea Nacional del Poder Popular de las 11 mil firmas recogidas entre la población para apoyar el Proyecto Varela, razones por las que el 19 de marzo de 2003, agentes de los órganos represivos allanaron y registraron durante horas su casa en busca de “evidencias”. Sus hijas Masiel de 4 años y Yenisel de 15, contemplaron, espantadas, el desmantelamiento de su hogar.
Después que Tony fue condenado a 20 años de privación de libertad, Gisela comenzó a participar en las actividades de las mujeres de los presos. Iba siempre acompañada de su cuñada y de su hija menor. La niña estaba muy angustiada por su padre y frecuentemente preguntaba ¿lo van a liberar? No había modo posible de dejarla en casa, ni aunque su madre renunciara a asistir a la iglesia, pues cuenta que la niña al levantarse los domingos la exhortaba ¿no vas a defender a mi papi hoy?
Gisela comenzó a preocuparse seriamente, ya que la hija mayor había necesitado ayuda especializada. Previamente al encarcelamiento de Tony, la maestra guía de Yenisel en una reunión del alumnado le preguntó si quería ser militante de la Unión de Jóvenes Comunistas, a lo que la muchacha contestó que no, entonces la “educadora” elevando la voz inquirió ¿es tu padre de los derechos humanos? Y, dirigiéndose al resto de los estudiantes afirmó “es un contrarrevolucionario”.
Cuando Tony se enteró del incidente decidió hacer una carta a varias organizaciones de defensa de la niñez, pero su hija le pidió que no lo hiciera. Cedió y el día en que lo juzgaron la maestra fue a testificar en su contra, imputándosele interferencia en el correcto desarrollo ético de la menor.
El 20 de marzo de 2005 la policía política organizó el primer acto de repudio contra las Damas de Blanco. Más de 200 mujeres fueron movilizadas del sector de turismo
Dos días antes, en el segundo aniversario de la Primavera Negra, 44 damas habían realizado una caminata de varios kilómetros por calles populosas de la Habana. Este fue el detonante. El gobierno cubano no estaba dispuesto a permitir que el pueblo viera manifestaciones pidiendo libertad para los presos de conciencia. La gente se paraba a verlas y las alentaba. Había que dar un escarmiento. Los que se salgan del carril tendrán que enfrentar al pueblo enardecido, el mismo que vejó y golpeó a los que pretendían abandonar el país en la década del 80.
Fue a la salida de la Iglesia de Santa Rita, pero esperaron que se dispersaran los feligreses para interceptarlas. A la cabeza del grupo iba Masiel, la dama más blanca, la niña de 6 años de Antonio Díaz Sánchez y Gisela Sánchez Verdecia. Con su gladiolo en la mano y su cabecita alta.
Cuando la muchedumbre se acercaba gritando consignas, cuando rodearon a las 30 mujeres vestidas de alba, ellas se cerraron en un círculo para proteger a los niños y entonaron el himno “Virgen mambisa”. Los ojitos de Masiel estaban llenos de lágrimas pero cantó por su padre, por los presos, por la libertad.

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